El efecto Nomeconita te hace mejor programador

La palabra rara del asunto no existe.

Nomeconita.

¿Qué leches es eso?

No la has escuchado ni leído nunca.

Mira.

Tengo un vecino que es un tipo gris, gris, gris.

No repararías en él en ningún lugar.

Creía que nadie sabe que existe.

Hace unos meses coincidí con él en una cafetería del barrio.

Me di cuenta de que estaba allí aunque estaba de espaldas a la puerta.

¿Cómo?

(Esto todavía no es el efecto Nomeconita. Un poco más abajo te cuento.)

Porque el camarero le saludó con un bocinazo muy alegre.

—¡Hola José Luis!

El vecino hizo un gesto rancio con la cabeza y le sirvieron un café sin pedirlo.

—Te pongo magdalena si cuentas un chiste José Luis.

En ese momento tenían toda mi atención. No giré la cabeza, pero me moría de ganas de ver la escena.

Estaba claro que era un juego entre ellos.

El vecino gris cemento se arrancó.

—¿Sabes cuál es el colmo de un astronauta? —espero en silencio unos segundos y prosiguió— Quedarse sin espacio.

La cafetería rompió a reír. Él ni se inmutó, lo que lo hacia aún más gracioso.

El chiste era malísimo.

Pero me estaba riendo.

Sintiéndome como un tonto a la vez por hacerlo.

El tipo gris, gris, gris, resulta que era el alma de la fiesta en aquel bar.

Y yo pensando que era un manta.

José Luis tenia una identidad propia.

Oculta, pero genuina.

A mi me parecía un mundo ser Nomeconita.

A José Luis eso se la pela.

Nomeconita es NO ME COnoce NI el TAto.

Igual que el vecino gris es un genio contando chistes, cuántos programadores habrá que lo sean en su ámbito sin necesidad de que sean populares y conocidos.

Te digo más.

Da exactamente igual lo popular que seas tú y tu trabajo.

Lo más importante de todo está en tener una ‘identidad developer’.

Una forma propia de resolver los problemas a los que te enfrentas.

Genuina.

Auténtica.

El episodio del próximo 15 de Mayo va a ir justo de eso.

De aparcar el efecto Nomecomita.

De se un profesional del software único como lo es José Luis de los chistes de barra.

Te digo más.

Aunque hablemos de dinero y de programar, lo mejor de todo aún no te lo he contado.

La fuente de todo este conocimiento es de alguien que ni te imaginas.

Que no es Nomeconita, para nada.

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